Me encantas.

Me encanta, estar junto a ti ya es una manía bastante particular, poder observarte en mi cama, relajada, besar tu cuerpo a mi antojo, sin limitaciones, sin peros, solo mis labios deseosos y tu piel ansiosa. Enredar mis dedos en tu pelo liso, oler tu delicioso perfume en el cuello, rozar nuestras narices juguetonas,  acariciar cada milímetro de tu adorable cuerpo con mis temblorosas  manos y jugar con las tuyas. Entrelazar nuestras piernas, hacerte cosquillitas, sentir tu perfecta sonrisa cuando intento besarte. Provocarte, que me provoques, deslizarte por la cama, pelearnos con la almohada, hacerte enfadar brevemente, besarte, hacerte gilipolleces y pucheros para que sonrías... Todo eso me encanta. Acompañarte a la puerta de tu casa, mientras en el camino, te cojo de la mano, feliz, y sin que te des cuenta te voy admirando y vigilo cada gesto de tu resplandeciente rostro, jugamos con nuestros dedos, te pellizco, me pellizcas, nos peleamos y nos besamos intensamente, te deseo las buenas noches con el corazón y vuelvo a casa, sólo, con el exquisito sabor de boca que me dejan tus labios al besarlos... Luego llegar a casa apesadumbrado, ducharme lentamente mientras pienso en ti y te echo de menos, y cuando más triste estoy, tumbarme en la cama, boca abajo y sentir tu olor impregnado en mis sábanas, respiro hondo y seguido varias veces, cierro los ojos lentamente y justo en ese preciso momento, comienzo, con una estúpida sonrisa y con una alegría insostenible, a soñar contigo.

Jugando en la cama.

Te miro a los ojos justo antes de besarte, me miras, nos miramos, enredo mi mano en tu pelo, haciendo que tu boca se acerque más a la mía, sigo mirándote a los ojos y tu también me miras, acaricio tu cuerpo desnudo mientras te miro la boca y a la vez me muerdo el labio, pensando en la perfección que reflejan esos labios encarnados en una sonrisa, te beso, me besas, nos besamos, damos miles de vueltas en la cama, se palpa en el ambiente nuestro sentimiento. Como si fuéramos imanes, nos pegamos el uno al otro, los bellos de punta, los cinco sentidos centrados completamente el uno en el otro, los labios hinchados de mordernos el uno al otro, los ojos cerrados, sólo sintiéndonos los dos... Así, horas... Y más horas, en mi cama, susurrando mil te quieros, demostrando el sentimiento que asoma en cada gesto que nos dedicamos... Te quiero, y tu me quieres. ¿Acaso necesito algo más?