El simple reflejo de su rostro encerrado en el viejo espejo de un recuerdo jamás olvidado, no era suficiente para él, no podía soportar la inquietante y agónica melodía de la soledad de su cabeza.
Sentía el impulso de escribir un mensaje, para expresar esto y mil cosas, demasiados sentimientos que intentar describir en un papel tan pequeño y arrugado como este. Hay algo en su interior que le impide hacerlo, su herida estaba abierta y sus dedos temblorosos a punto de teclear un te amo que al final no llegó...
El tiempo pasó y la herida no se cerró, el dolor continuó y el orgullo volvió a ser el vencedor.
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